EL OCASO DE LA CIVILIZACIÓN (MAMÁ, QUIERO SER TRONISTA)

Les vengo a contar una historia terrorífica. Mi amiga B (solo la inicial, ya comprenderán) me llama por teléfono diciéndome que tiene un problema terrible en casa. B tiene 43 años, está felizmente casada y tiene una hija de 16. Y el drama hogareño ha estallado cuando su hija le ha dicho (literalmente) "Mamá, quiero ser tronista".

B quería que yo hablase con su hija. B se piensa que como yo he trabajado en Mediaset, por lo visto debo conocer todas las tripas del programa. Y nada más lejos, oigan. Pero ni corta ni perezosa, B me ha puesto a la niña al teléfono. Por supuesto, lo primero que le he preguntado es la razón por la que quiere ser tronista. Me ha llamado mucho la atención ya que la hija de B ni se ha operado las tetas, ni lleva siete kilos de extensiones ni muestra síntomas que querer apuntarse a una academia de gogós. La chiquilla me cuenta su historia. Y me encuentro a una adolescente desencantada y sin visión a largo plazo. No sabe por dónde le da el aire y ni siquiera tiene clara una orientación profesional cuando termine el instituto. Ante esa vida tan poco estimulante, la cría opta por pensar en una vida haciendo bolos en discotecas, enseñando las tetas en Interviú y sintiéndose deseada por seis maromos (elegidos en un casting) que se van a pelear (jajaja) por su querer.

¿Y que hago yo? Pues miren, a saco y sin lubricante. Lo primero de todo que le cuento es que NO le van a coger en el casting. Le explico que, para empezar, sus padres han intentado formarle lo mejor que han podido, que dispone de una cierta cultura y maneras y que no tiene las tetas operadas. Le recalco que esto último es muy importante. Circula la leyenda urbana de que una vez hubo una tronista con sus tetas originales, pero por lo visto es mentira. Además, ella tiene un nombre muy normal. No se llama Yesenia, Indhira, Yamila o algo por el estilo. Un nombre choni cani es imprescindible, por el amor de Dios. Y al margen del nombre y el vacío cerebral, está lo del pelo y las plataformas. Por desgracia, la hija de B mide 1'75 cms. Entonces le cuento que si se pone un taconazo de doce centímetros como las otras pues va a parecer la giganta del maíz verde intentando tirarse a Torrebruno. Imagínense casi 1'90 de mujerón sin tetas operadas y sin extensiones.

Aquí noto que ella se empieza a reír un poco. Es decir, está relajada. Y ahí es cuendo aprovecho para decirle si alguna vez ha considerado valorar lo de la "prostitución social grabada". Ella se queda muerta y me dice que qué es eso. Entonces yo le explico que está en una edad de lo más absurda y que las absurdeces hay que cuidarlas. Sobre todo cuando hay una cámara delante. Le explico que hay que pensar en el ahora y en el ahora de mañana. Y sinceramente, nadie quiere ser novio de una tronista. Probablemente, le explico, por eso, a pesar de esa belleza fabricada, no les ha quedado más remedio a las pobres que ir a buscar novio a la tele. Porque en la vida real no les quiere nadie. Si no, a ver cómo me explican que con esos físicos de actriz porno low cost estén tan solas. Y ellos, lo mismo.

A una chica normal, medio mona y con un pelín de don de gentes, los candidatos a novio le sobran. Y ahi le clavo la estocada a la hija de B. Le pido que me responda a la pregunta ¿Si eres tan guapa, tan sexy, tan graciosa, tan explosiva y tienes ese pelazo... porqué eres incapaz de conocer a nadie en la vida real? Por supuesto, ella se queda muda y es incapaz de responderme. Entonces le pido que hagamos un trato: cuando ella encuentre una respuesta lógica y coherente a a pregunta, yo mismo le pondré en contacto con la productora del programa. Y ella acepta.

Esto que les cuento ocurrió el pasado mes de abril. Desde entonces, la hija de B sigue sin encontrar la respuesta. Y su madre y yo respiramos un poco más aliviados....